Efraín Piñero Ayala. Pintor, escultor, muralista. Docente, luchador social. Estudió en la Escuela de Arte Cristóbal Rojas y se formó en pintura con el maestro Pedro Centeno Vallenilla. Aprendió Dibujo Publicitario en la escuela de Artes y Oficios Francisco Pimentel y en la Escuela República de Bolivia de La Pastora con el maestro Chepin López. Ha participado en numerosos talleres y encuentros tales como, I Encuentro de Intelectuales del estado Cojedes (1991), III Encuentro Nacional de Directores de Museos, estado Bolívar (1991), III Encuentro Nacional de Directores de Escuelas de Artes Plásticas, estado Carabobo (1992), Taller de Teoría del Color, Taller de Arte No-Objetual, Taller de Educación Especial, Taller de Conservación y Restauración, entre otros. Fue organizador del Primer Encuentro de Luchadores Sociales de la Parroquia Sucre realizado en el Núcleo de Desarrollo Endógeno Fabricio Ojeda (2006). Formó parte del comité organizador del Foro Social Mundial realizado en Caracas en 2006. Realizó un Taller sobre Consejos Comunales ofrecido por FUNDAYACUCHO en 2007. En 2008 produjo el documental para televisión "Etnia Wayúu I y II", en el estado Zulia. Desde 2009 es Facilitador de la Misión Sucre en las áreas de artes plásticas, análisis de significado, investigación cultural, y desarrollo de proyectos. Actualmente cursa estudios de Educación en la Universidad Simón Rodríguez.
Breve historia de vida
Nací en Caracas, en San José del Ávila. Viví luego en El Valle durante muchos años. Comencé a interesarme por el arte gracias a mi padre que era ebanista, él hacía esas antiguas bateas de cemento donde se lavaba. Como albañil mi padre también comienza a hacer trabajos en el Cementerio General del Sur; hacía panteones y bóvedas. Mis hermanos y yo íbamos a acompañarlo y aprendimos el oficio, limpiábamos las tumbas, los bronces, los mármoles, los granitos, para nosotros era una constante ir al cementerio y ayudarlo. Somos nueve hermanos, seis mujeres y tres varones. De todos a mí fue a quien le gustó el arte. Pasan los años y cae en mis manos un libro de Francisco Da Antonio, un crítico de arte, y para mi sorpresa él reflejaba en su texto todo ese legado histórico que existía en el cementerio, específicamente en las esculturas. Es decir, desde el punto de vista artístico, estas obras tienen una importancia única porque para la época en Venezuela no había condiciones que hicieran posible fundiciones para acabados en bronce o mármol y en el cementerio te podías encontrar con esculturas religiosas que eran obras de arte casi en su totalidad. Es impresionante el legado que dejó el arte italiano en nuestro país especialmente en ese camposanto.
Años más tarde, gracias al estímulo de un amigo comencé a estudiar Dibujo Publicitario en la Escuela Francisco Pimentel, que de noche era una escuela de Artes y Oficios. Tenía 19 años. Como siempre, algunos nacen con talento y otros tienen que desarrollarlo. De mi clase yo era el peor dibujante. Un día hablé con el profesor porque me quería retirar, sentía que yo no servía para eso, que yo era el peor. El profesor me dijo que debía seguir, que yo tenía que conseguir sincronía entre lo que pensaba y lo que dibujaba. Al cabo de tres años, ciertamente, había una sincronización en mis dibujos. Ese profesor fue Hugo Ramos, él me recomendó con Chepin López quien es oriundo de La Pastora y hoy en día tiene obras en el Salón de Honor de Miraflores. De manera que comencé a estudiar con Chepin en la escuela República de Bolivia que también tenía una escuela de Artes y Oficios; él fue quien me inició en la pintura al óleo. En esa época trabajé como oficinista en una empresa de seguros pero luego renuncié para dedicarme por completo a la pintura.
Comencé a leer sobre historia del arte, a investigar, y en algún momento cayó en mis manos un libro de Pedro Centeno Vallenilla, un gran pintor venezolano que en la época de Pérez Jiménez hizo grandes obras. Finalmente lo conocí, me le presenté y le dije: "maestro yo quiero que usted me dé clase porque yo soy admirador de su obra". Y él me respondió: "Caramba, primera vez que me dicen eso porque la gente cuando se me acerca dice que me admira a mí cuando debería admirar es mi obra porque la obra es la que habla por mí, no yo". A partir de ahí nos hicimos amigos, él era un hombre muy culto, le gustaba mucho leer, admiraba el arte griego, aprendí mucho de él. Estudié con él durante cinco años; eso fue por la década de los 80. En su momento Centeno fue muy criticado, fue catalogado de manierista, decían que pertenecía al pasado pero la historia le ha dado la razón, ahora es considerado un hiperrealista y una de las grandes figuras de la pintura moderna venezolana. En el tiempo que yo estuve con él era marginado por la elite de la crítica en Venezuela. Hoy en día Centeno Vallenilla es reconocido como el gran maestro que es porque esa tendencia artística llegó a Venezuela hace aproximadamente diez años y se dieron cuenta que él no estaba equivocado y que era una tendencia extraordinaria dentro del arte contemporáneo.
En la Escuela recibí clases de Carlos Prada, Carlós Terán, Gladys Medina, compartí con jóvenes como Félix Perdomo quien hoy en día es una figura importante dentro del arte venezolano. En mí arte han influido grandes artistas venezolanos como Alejandro Otero, Cruz Diez, Soto, Alberto Egea López y de los más contemporáneos Jacobo Borges, Antonio Lazo y los grandes maestros Mateo Manaure, Oswaldo Vigas, Régulo Pérez. De los que admiro profundamente Carlos Prada y Pedro Centeno, ellos para mí son fundamentales. Del arte universal, me han influenciado pintores como Joan Miró, Vasili Kandinsky, Chirico, Chagall, Magritte.
Como decía Lin Yutang, "el vacío no existe". Cuando uno se está formando uno recibe influencias de todas las tendencias, nadie parte del vacío, siempre existe alguna referencia. Y evidentemente en esas referen-cias siempre hay influjos foráneos, esos influjos no son malos, el error es cuando uno se repite porque entonces sí ocurre una transculturación del individuo.
También me he dedicado por mucho tiempo al trabajo comunitario. He impulsado muchos consejos comunales, fui coordinador de la sala técnica para impulsar consejos comunales de la Alcaldía Metropolitana, también fui coordinador de la sala técnica de la Alcaldía Libertador. Actualmente asesoro al Eje Gramoven III de la parroquia Sucre que si logramos triunfar será un eje modelo en Venezuela porque le están otorgando recursos para la remodelación de casas hasta la construcción de complejos habitacionales. Es parte del trabajo del gobierno parroquial.
En 2003 presenté a Fundarte la propuesta de Plazas Culturales, que consiste en lugares interactivos con esculturas funcionales donde los niños puedan desarrollar su sistema psicomotor, jugar, sin correr ningún tipo de riesgo. Aquí no se pudo hacer tal cual, el proyecto tuvo modificaciones, se amplió, la comunidad decidió cómo quería su plaza. Una de esas obras colocada en el barrio de Las Amarillas me llevó a la Bienal de Venecia, titulada ese año Estructuras de la Supervivencia.
La Cité Internacionale des Arts
Akaida Orozco: Fue invitado a participar en la Ciudad Internacional de las Artes en París durante tres meses. Cuénteme sobre esta importante oportunidad.
Efraín Piñero: Fundarte tiene un convenio con la Cité Internacional de las Artes en el que se postulan artistas plásticos venezolanos, es una residencia que dura tres meses. Esta ciudad es un edificio que tiene 366 apartamentos donde conviven artistas de todo el mundo por convenios con instituciones del Estado. Venezuela tiene un apartamento en esa ciudad de las artes; hay países que tienen once, doce apartamentos, dependiendo de su nivel de ‘desarrollo'. Japón, por ejemplo, tiene once, China trece, Brasil cuatro, en fin. En este caso postula la institución (Fundarte), pero hay un comité internacional que selecciona las obras de los artistas participantes. Si ellos consideran que tu obra entra dentro de lo que se considera arte contemporáneo o dentro de la postmodernidad, tu obra puede ser aceptada. Fundarte me postula tomando en cuenta mi trayectoria artística, los talleres de artes plásticas que he dictado en todo el país por más de quince años y mi labor como luchador social por mi trabajo con las comunidades.
Yo voy a la Ciudad de las Artes en París básicamente con dos propuestas. Una, representar al país internacionalmente desde el punto de vista de las artes, es decir, llevaré obras para exponerlas en la Cité. Y la otra actividad que realizaré es dar diversas charlas sobre el proceso político y social venezolano, cómo hemos logrado, a lo largo de once años, que el pueblo asuma el poder y se empodere de las políticas públicas del Estado. Explicar que hoy en día son las comunas y los consejos comunales los que tienen el poder de decisión en sus comunidades, cómo se planifican para lograr los objetivos que desean no sólo desde la adquisición de recursos sino desde la formación política e ideológica. Cómo las comunidades han aprendido a administrar sus recursos y que el país se esté enrumbando, como dice nuestro comandante, hacia un mejor destino. Eso implica una mejor calidad de vida, apoyo a las artes, la cultura, la educación, el deporte y a las luchas sociales.
Tengo previsto un ciclo de charlas que me programó Fundarte conjuntamente con la embajada de Venezuela en París. Tengo un encuentro en la embajada y en la Casa de las Américas con los Círculos Bolivarianos que hacen vida en París donde participan tanto franceses como venezolanos.
Es primera vez que va a esta Cité un artista venido de los barrios. Antes la selección se hacía de otra manera, quien ganara el Premio de Dibujo de Fundarte en Caracas era el que iba, o el aquel que tenía gran influencia y solvencia económica y podía viajar.
A.O: ¿Cómo define Efraín Piñero su pintura?
E.P: Definirla para mí sería grotesco, osado. La pintura se exhibe y se defiende por sí sola, no hacen falta palabras. Sin embargo, trato de que el arte que realizo sea profundamente conmovedor, que llame al juego, que incluya lo onírico, que remita a nuestra primera infancia. Me gusta mostrar el colorido del trópico: rojos, verdes, amarillos, naranjas, la excentricidad de nuestra gente, planteo una estética muy nuestra. No me olvido tampoco de lo indigenista, de nuestros pueblos originarios y de su cosmovisión del universo que nos permite soñar e imaginar.
A.O: Muchos catalogan su obra como surrealista, otros como figurativa, otros como abstracta. ¿Dentro de qué corriente artística considera que está inserta su obra?
E.P: Yo la veo dentro de la nueva figuración. Es una tendencia relativamente nueva en Venezuela, nace hace quince, veinte años. Igualmente esa categorización puede cambiar, todo depende de cómo se miren las corrientes en un período de tiempo determinado. Yo no soy quién para denominarla, no soy crítico de arte, pero como artista, y con lo poco que he estudiado podría insertar mi obra dentro de esa corriente.
A.O: ¿Cuál es la filosofía e ideología con la que asume su arte? ¿Qué cimientos sostienen su forma de expresarse a través de las artes plásticas?
E.P: Es la filosofía de vida, la vida es un todo. Mi filosofía consiste en que los sentidos se exalten por encima de los sentidos. El ser humano debe tener siempre presente que mantener el alma, el espíritu contento es lo más importante, que se sienta cómodo cada día y en paz con su conciencia para poder disfrutar de todo aquello que produce placer, que al final es la vida misma. Yo hago un aporte más al placer estético del hombre. El arte es un hecho social, no podemos escapar de lo social, está ligado a nosotros no importa cuál sea la manifestación artística.
A.O ¿Usted considera que es un artista popular o un artista académico del mundo de las bellas artes?
E.P: Todo aprendizaje es de la vida. Esa polémica entre lo popular y la academia es antiquísima y yo no quiero caer en esa polémica, no me pertenece. Que la gente me ubique donde quiera pero yo no puedo cometer esa torpeza, yo no quiero irritar al que piensa una cosa o al que piensa lo contrario. Nunca he estado de acuerdo con la elite porque para qué existen esos museos vacíos, ¿no hay políticas de Estado? Debe haber una política más coherente. Si me preguntan sobre eso diría que primero hay que formar a los maestros de educación básica y luego a los profesores universitarios. Ellos deben saber que el arte debe llegar a todos los rincones del país, se deben formar profesores que tengan ese perfil, que se relacionen con la comunidad. Si no, estaremos siempre divorciados de los museos porque no hemos creado un gusto hacia ello. Hay que crear el gusto por ello desde las bases, desde la barriga, esa formación tiene que nacer con las nuevas generaciones.
A.O: ¿Lo popular es universal?
E.P: Claro, es lo que debería ser más universal. Yo soy simplemente un artista neobordista porque creo tanto en los bordes del academicismo como en los bordes del arte popular. Esa hibridación para mí es importante porque yo poseo de las dos cosas.
A.O: ¿Cuál cree que ha sido la característica resaltante de los artistas de su generación y qué aportes han hecho al arte venezolano?
E.P: Los artistas de mi generación han sido extraordinarios. Porque si uno estudia las artes plásticas en Venezuela hay trescientos años que se desconocen, sobre todo en la época de la Colonia. Por otra parte, si te pones a analizar la situación, las tendencias artísticas siempre llegaron a nuestro país tardíamente. En los años 50 con el grupo de Los Disidentes hubo un gran florecimiento. Sin embargo hubo dos pintores determinantes en la plástica venezolana del siglo XIX, en la época del guzmancismo, que estaban estudiando en Europa: Cristóbal Rojas y Arturo Michelena. Cuando Michelena regresa a Venezuela es recibido como un héroe por los premios que obtuvo fuera del país. No obstante, cuando él gana medalla de oro en concurso en Europa ya prevalecía el Impresionismo en el arte, mientras él continuaba haciendo obras neoclásicas, es decir, aún no entraba dentro de lo que era considerado arte moderno. Los Disidentes, al que pertenecía Mateo Manaure, Alejandro Otero, Jacobo Borges, Jesús Soto, Carlos Cruz Diez, Pascual Navarro -luego de sus viajes a Europa-, trajeron a Venezuela los adelantos del arte contemporáneo, por decirlo de algún modo. Eso tuvo como consecuencia que la Escuela Cristóbal Rojas tomara prestigio mundial y se convirtiera en una referencia.
A.O: ¿Y cuáles son los artistas de su generación?
E.P: Bueno, están José Basanta, Roca Brito, Frank Cisneros... Hay muchos artistas que se han destacado.
A.O: ¿Qué le está haciendo falta a las artes plásticas en Venezuela actualmente?
E.P: Primero, la promoción. Si bien hay muchas galerías y museos, ellos influyen en los pintores para que sean las tendencias internacionales las que prevalezcan. Meten a los artistas por ese túnel, es decir imponen cómo se debe pintar. Muchos se van por ese camino porque ganan buen dinero pero no se dan cuenta que se van por un abismo porque no terminamos de cuajar una propuesta latinoamericana; nuestras propuestas se diluyen. No terminamos de consolidar un movimiento sólido como el muralismo mexicano, por ejemplo, en la época de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco, que a través de su arte planteaban una propuesta social y dejaron un legado extraordinario. En el marco de la revolución, las políticas del Estado deben ser oportunas y deben prever que el artista venezolano no se vaya por esos caminos oscuros sino que esté en sintonía con los procesos que se están viviendo en Venezuela. Se debe intervenir más la calle para que se sienta que la revolución venezolana está reflejada en todos lados. Todo el que venga debe sentir que aquí vivimos en revolución. Hace falta que la ciudad se inunde de arte por todos lados.
A.O: En su opinión, ¿qué importancia tiene para nuestro crecimiento social la creación de una institución como Universidad Nacional Experimental de las Artes?
E.P: Me parece bien, sin embargo hace falta formación artística desde la primera etapa de la educación escolar, esa formación tiene que venir desde abajo. Es obligación del Estado venezolano a través de la Ley de Educación que los niños tengan una formación más amplia. Deben tener visitas guiadas a los museos sistemáticamente, talleres de formación, etc. Es decir, todo el país debe tener cultura sobre las bellas artes. Tenemos que formar a los sectores populares.
A.O: ¿Qué importancia tiene para las comunidades el acondicionamiento de sus espacios públicos a través de obras artísticas?
E.P: En Venezuela, como sabemos, no ha existido una planificación urbanística, sobre todo en Caracas. Y eso no es culpa de este gobierno, eso nos ha precedido desde hace mucho tiempo. Las nuevas ciudades y comunidades que están naciendo deben estar bien sustentadas con las artes en sus espacios públicos. Las personas que se deben sentir plácidas y cómodas con los espacios donde habitan y transitan. La ciudad debe ofrecer confort para tener una mejor calidad de vida.
A.O: ¿Cree que el arte sea una herramienta o un vehículo para la transformación social?
E.P: Claro. Si hablamos de Oscar Niemeyer, de Gaudí, de Carlos Raúl Villanueva, imagínese. ¿Por qué la ciudad universitaria es tan hermosa? Sencillamente porque se pensó en el hombre, en su bienestar, en su felicidad. Y hoy en día es Patrimonio Cultural de la Humanidad. La transformación se hace con una dosis de amor, de conciencia, de crecimiento espiritual y de valores. Si no se siembran estos valores es imposible lograrlo. Todas las áreas del saber deben estar en consonancia con nuestro proceso bolivariano, sólo de esa manera lograremos la transformación.
